La neumonía es una enfermedad inflamatoria del interior de los pulmones causada como resultado de una infección que afecta principalmente a los alvéolos. Generalmente, es causada por infecciones virales o bacterianas y también por algunas enfermedades autoinmunes, las cuales causan la inflamación.

Aquí veremos qué diferencia hay entre entre neumonía y neumonía atípica. Primero veamos algunas características de la “neumonía típica”, a la cual se le conoce simplemente como “neumonía”.

Radiografía de un paciente con neumonía

Foto de Yale Rosen con licencia CC BY-SA 2.0.

Los síntomas comunes de la neumonía son fiebre, escalofríos, tos productiva y dolor torácico. La neumonía se clasifica generalmente en dos tipos: neumonía adquirida en la comunidad y neumonía nosocomial o intrahospitalaria (adquirida en un hospital). En el primer caso los patógenos causales son principalmente los virus y las bacterias gram positivas, mientras que en el segundo caso los patógenos causales son principalmente organismos gram negativos. Las bacterias más comunes involucradas son Streptococcus pneumoniae, Staphylococcus aureus, Escherichia coli, y la hemofilia influenzae. En ocasiones en la neumonía típica adquirida el hospital también hay participación de Pseudomonas sp. Si no se trata la bacteria puede tener acceso a los vasos sanguíneos y puede conducir a una forma de septicemia (infección de la sangre) que se llama bacteriemia que puede conducir a daño orgánico e incluso la muerte.

El mecanismo general de desarrollo de la neumonía incluye la entrada de virus y bacterias a través de la garganta y la nasofaringe hasta los pulmones donde se atrae a los macrófagos alveolares y neutrófilos para iniciar las reacciones inmunitarias para destruir dichos microorganismos. Sin embargo, durante ese tipo de reacciones, se activan las citoquinas (señales del sistema inmunológico) que incita a los macrófagos a infiltrarse en las regiones infectadas, lo que causa más inflamación. Estas células inflamatorias y las bacterias o virus forman la base de la causa de la neumonía. La liberación de citoquinas es responsable de la fiebre, escalofríos y fatiga asociados con la neumonía. La manera de saber qué tan fuerte y qué tan extendida está una neumonía es por medio de exámenes radiológicos y análisis de sangre. Para estimar la gravedad de la infección y la probabilidad de desarrollo de sepsis se mide el contenido de citoquinas en la sangre.

La neumonía, ya sea  adquirida en la comunidad o en un hospital, es tratada por medio de antibióticos betalactámicos, como pueden ser la penicilina y cefalosporina. Como regla general, la neumonía adquirida en la comunidad es tratada con cefalosporinas de primera generación debido a la posible participación de organismos gram positivos, mientras que en el caso de las infecciones adquiridas en el hospital, se utilizan las cefalosporina de tercera generación debido a la posible participación de agentes patógenos gram negativos.

La neumonía “atípica” es un tipo de neumonía que no es causada por los patógenos tradicionales de neumonía “típica”. Los patógenos responsables de la neumonía atípica son Chlamydophila pneumoniae, neumonía por micoplasma, Legionella pneumophila, Moraxella catarrhalis, virus sincitial y la influenza A virus. Por lo tanto, los microorganismos implicados podrían ser bacterias, hongos, protozoarios o virus. Los principales síntomas de la neumonía atípica son fiebre, dolor de cabeza, sudoración y mialgia (dolor muscular) junto con bronconeumonía. La neumonía atípica se trata con antibióticos macrólidos, como la claritromicina o eritromicina. La penicilina o cefalosporinas son eficaces como porque la mayoría de estos patógenos atípicos carecen de la pared celular, donde una penicilina o cefalosporina ejerce sus acciones antimicrobianas.

Otra característica de una neumonía atípica es que se presenta infección del tracto respiratorio superior, la cual produce tos; a diferencia de la neumonía típica que no siempre la presenta.